Wenceslao Cruz Blanco

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sábado, junio 23, 2007

La reunión maquillaje con los exiliados

Sonrientes, el sucesor de la tiranía cubana, Raúl Castro, y Miguel A. Moratinos, ministro de asuntos exteriores españolMe lo temía desde un principio. Resultaba muy extraño el anuncio a bombo y platillo de una reunión informativa a diferentes partidos y asociaciones exiliadas cubanas en España, al final para decir lo mismo que se sabía ya previamente por los medios.

Es indudable que el señor Sandomingo es un buen diplomático. Su cordialidad y afabilidad hace que se dude si uno es el equivocado e “intransigente” que no es capaz de ver las nuevas “virtudes” de la política española hacia Cuba. Pero lamentablemente, las actuaciones recientes del Gobierno que representa en el ámbito europeo contradicen esa aparente sensibilidad hacia la situación cubana que intentó afanosamente hacernos llegar durante la reunión.

El amigo Sandomingo siente un impulso incontrolable por criticar la política checa con Cuba; Vaclav Havel sigue siendo su demonio. También critica sin titubeos la política estadounidense hacia la isla, pero fue renuente a contestarme una simple pregunta: ¿qué hay de malo en las iniciativas de apoyo a la disidencia y a los presos políticos cubanos que ha propuesto el Partido Popular en el Congreso español y que ellos han rechazado apoyar? Bueno, si me contestó, y con toda educación: “No estamos en el Congreso”.

La “respuesta” hizo que me trasladara a una hipotética situación en La Habana. Me lo imaginé compartiendo con los representantes de la dictadura cubana, junto a Trinidad Jiménez, a la señorita Pajín y al devoto de los mojitos, el señor Moratinos. Pensé cuando, efectivamente, solicitaron hablar sobre derechos humanos y de los presos políticos con el régimen de La Habana, pese a que una cortante y cristalina intervención del señor Roque, ministro de Exteriores cubano, rompía todo posibilidad de diálogo basado en esas premisas. Y supuse que muchas respuestas, si existieron las preguntas, fueron muy similares a la que él me dio.

Que los días 29 y 30 del mes pasado Fernando Fernández Arias, encargado de derechos humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores español, haya ido a Cuba y visitado tres cárceles por iniciativa de la propia dictadura, no me dice en lo absoluto nada positivo del problema de fondo, que no es otro que el régimen dictatorial seguirá indefinidamente sin reconocer que viola los derechos humanos de sus ciudadanos y que en sus cárceles se pudren personas por pensar libremente.

Sinceramente, no creo que el Gobierno español sea tan ingenuo, su verdadera prioridad es y seguirá siendo la de defender los intereses económicos de los inversores españoles en la isla, que violando todos los tratados de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) se aprovechan de las condiciones esclavas en que son contratados los cubanos.

El Gobierno español necesita tener una excusa para justificarse ante los demás países europeos que defienden la posición común y el régimen cubano lo ha comprendido, por eso accede a este tipo de diálogos que saben no conducirán a nada beneficioso para la disidencia, pero que le dan un protagonismo favorable a España. Al preocuparse de forma mediática, nunca de forma efectiva y real, por los derechos humanos en Cuba, se crea una especie de máscara democrática que parece justificar el invertir y tener relaciones bastante normales con un tirano que lleva casi 50 años sojuzgando a su pueblo. Esa es, así de simple, la “estrategia” que lleva el Ejecutivo español con relación a Cuba.

Esa misma estrategia la soporté dentro de esa reunión, una estrategia de maquillaje a una postura inadmisible por el país más cercano históricamente a Cuba. Debería haber una vocación sincera en busca del beneficio del sufrido pueblo cubano, no la búsqueda de un cheque en blanco por parte de los allí presentes hablándonos de buenas intenciones, que no las dudamos a nivel personal del señor Sandomingo, pero si del Gobierno que representa. Lo de pedir paciencia a quienes llevan 50 años bajo esa tiranía es lo peor que pude escuchar; me confirmó la tomadura de pelo que nos hicieron a los que allí asistimos. Y fue tal la tomadura de pelo que todavía hay algunos cubanos asistentes que no han caído en la cuenta de que hemos sido utilizados y manipulados. Una pena.

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