Raúl Castro, el golfista protegido
Tras medio siglo de haber criticado el capitalismo, un capitalismo al que enseñan a odiar desde la infancia a los cubanos, Cuba se afianza en la práctica del modelo chino: "Un país, dos sistemas". El turismo y la cúpula de la dictadura disfrutan y disfrutarán cada día más de las ventajas y los éxitos de un capitalismo controlado. Por supuesto, para los cubanos seguirá rigiendo el sistema socialista, pues ha quedado demostrado que es el sistema idóneo para garantizar la permanencia de tiranos por décadas en el poder.
Realmente la noticia revelada ayer por el diario Corriere della Sera de que el dictador “provisional” de Cuba haya viajado en secreto a Italia para disfrutar del exclusivo “Golf Resort de Porto Ercole” no toma por sorpresa a quienes conocen la vida de placeres de los llamados “mayimbes” (altos funcionarios gubernamentales) de Cuba.
El Golf siempre se ha considerado por la izquierda más reaccionaria -y la que no lo es tanto- como un deporte “burgués” y siempre se le ha asociado como un “vicio” capitalista. Bueno, en el caso concreto de Cuba, hasta masticar un chicle de contrabando (traído por algún turista) fue considerado así hasta no hace mucho.
Curiosamente Chávez, el dictadorzuelo de alcantarilla de Venezuela, el año pasado por estas fechas mandó al entonces alcalde de Caracas, Juan Barreto, a expropiar los campos de golf del Caracas Country Club y los del Valle Arriba Golf Club. El alcalde chavista llegó a decir “…da vergüenza ver gente jugando a golf y al lado ver una chabola…”
En Cuba, la chabola del Caribe, donde las casas en que vive la mayor parte del pueblo cubano están apuntaladas y se hacen “barbacoas” – divisiones que se hacen en casas de puntal alto para agregar otro “piso” y aliviar el hacinamiento en el que viven las familias cubanas- sus gobernantes sí que no se avergüenzan. Construyen inmensos complejos hoteleros acompañados de inescrupulosos inversores españoles, canadienses e italianos y, por supuesto, impresionantes campos de Golf como El Varadero Golf Club. Un campo de golf de 18 hoyos, diseñado por Golf Design Service de Toronto y administrado por Turquoise Overseas, compañía con sede en la Islas Vírgenes Británicas.
Todo el mundo conocía que Raúl Castro era un gran apasionado del Golf al igual que su hermano Fidel Castro. Al pequeño de los Castro siempre le ha privado tener un palo en la mano, y si va acompañado de pelotitas duras, mejor. Eso importa tanto como si su hoyito preferido sigue siendo el 7 pese a haber aterrizado con su helicóptero en el hoyo 11 del afamado Golf Resort.
Realmente la noticia revelada ayer por el diario Corriere della Sera de que el dictador “provisional” de Cuba haya viajado en secreto a Italia para disfrutar del exclusivo “Golf Resort de Porto Ercole” no toma por sorpresa a quienes conocen la vida de placeres de los llamados “mayimbes” (altos funcionarios gubernamentales) de Cuba.
El Golf siempre se ha considerado por la izquierda más reaccionaria -y la que no lo es tanto- como un deporte “burgués” y siempre se le ha asociado como un “vicio” capitalista. Bueno, en el caso concreto de Cuba, hasta masticar un chicle de contrabando (traído por algún turista) fue considerado así hasta no hace mucho.
Curiosamente Chávez, el dictadorzuelo de alcantarilla de Venezuela, el año pasado por estas fechas mandó al entonces alcalde de Caracas, Juan Barreto, a expropiar los campos de golf del Caracas Country Club y los del Valle Arriba Golf Club. El alcalde chavista llegó a decir “…da vergüenza ver gente jugando a golf y al lado ver una chabola…”
En Cuba, la chabola del Caribe, donde las casas en que vive la mayor parte del pueblo cubano están apuntaladas y se hacen “barbacoas” – divisiones que se hacen en casas de puntal alto para agregar otro “piso” y aliviar el hacinamiento en el que viven las familias cubanas- sus gobernantes sí que no se avergüenzan. Construyen inmensos complejos hoteleros acompañados de inescrupulosos inversores españoles, canadienses e italianos y, por supuesto, impresionantes campos de Golf como El Varadero Golf Club. Un campo de golf de 18 hoyos, diseñado por Golf Design Service de Toronto y administrado por Turquoise Overseas, compañía con sede en la Islas Vírgenes Británicas.
Todo el mundo conocía que Raúl Castro era un gran apasionado del Golf al igual que su hermano Fidel Castro. Al pequeño de los Castro siempre le ha privado tener un palo en la mano, y si va acompañado de pelotitas duras, mejor. Eso importa tanto como si su hoyito preferido sigue siendo el 7 pese a haber aterrizado con su helicóptero en el hoyo 11 del afamado Golf Resort.
Lo que lamentablemente sí importa y abochorna es la permisividad que encuentran este tipo de personajes mientras viajan por el mundo libre. Es irritante que el responsable máximo de masacres como las perpetradas contra aviones civiles en aguas internacionales viaje impunemente por Europa sin que se le retenga y se le intente llevar a la justicia, como se intentó infructuosamente con Pinochet en Londres.
¿Dónde estaba el juez Garzón mientras el golfista sustituto de la Familia Castro visitaba a sus parientes en Sicilia?
Esto demuestra que hay dos varas de medir para algunos jueces con respecto a los criminales internacionales y reafirma una máxima de Bertolt Brecht que decía «muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia».
© Escrito para Diario de América
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