El coro de los eunucos morales
La alabanza a la política del gobernante español, José Luís Rodríguez Zapatero, con respecto a Cuba, el ataque a la académica Susan Kauffman Purcell, a la que acusa de mentirosa, junto a la crítica a algunos de los más prestigiosos representantes de la comunidad exiliada cubana en Estados Unidos, como el congresista Lincoln Díaz-Balart y el senador Mel Martínez, son el eje fundamental del extenso artículo “Las virtudes del coro” de Arturo López Levy que reproduce en sus páginas Cubaencuentro.
El escrito constituye un fiel reflejo de la estrechez de miras o a la reproducción de “desinformación” interesada con que algunos enfocan el tema del embargo a la dictadura castrista, un embargo que si bien no ha logrado acabar con la tiranía que somete a los cubanos por casi medio siglo si se justifica como medida de contención, pues Fidel Castro por lo general ha intervenido y provocado inestabilidad en el extranjero siempre que la economía cubana ha estado “mejor” y le ha dado la posibilidad de prestar ayuda a los líderes y grupos hostiles contra gobiernos ajenos a su misma línea “ideológica”. En su escrito La Ley Helms-Burton y el Embargo Estadounidense Contra Cuba la analista política y vicepresidenta del Council of the Americas, con sede en Nueva York, Susan Kauffman Purcell, lo expone de forma objetiva e inteligente, analizando los pro y los contra de una política de embargo que para algunos “exiliados” es el tema sobre el que debe girar el problema cubano, una visión que sin ser idéntica si es bastante cercana a la que siempre se ha propuesto difundir el propio dictador cubano.
Vayamos por partes y desmenucemos el “interesante” artículo de López Levy para entender como se mezclan la mentira y las medias verdades en un escrito que podría pasar desapercibido para muchos y que junto a otros de similares propósitos actúan como un veneno inocuo en pequeñas dosis pero que de forma continuada provocan la tergiversación de la historia y la realidad cubana.
La “lógica” del escrito comienza en hacer ver la incompatibilidad de la política europea y la americana con respecto a Cuba, cuando realmente se está refiriendo sólo a la postura adoptada por el gobierno socialista de España, que hace ingentes esfuerzos en Europa para que le quiten todo tipo de sanciones a Cuba, sin que antes se cumpla con el respeto a los derechos humanos y se liberen a los presos de conciencia, tómese como referencia al eurodiputado Miguel Ángel Martínez Martínez quien no tiene reparos en defender a 5 espías cubanos condenados en los Estados Unidos e implicados en actos terroristas, un eurodiputado socialista que estuvo en contra de la concesión del premio Sajarov a Osvaldo Payá en el parlamento europeo y que López Levy pone como ejemplo de lo que ha hecho Europa por la disidencia cubana. Confundir Europa con la postura de uno o varios de sus miembros como España y no aclarar las diferencias de una España gobernada por socialistas o una por populares es algo manipulado convenientemente en la exposición de Levy.
Sumarse Estados Unidos al “compromiso constructivo” y al “diálogo crítico” de Zapatero, abandonar el embargo, y olvidarse de “pasiones” es el consejo del columnista. Según el escritor las políticas exteriores son efectivas en dependencia de «cómo sirven a los intereses de los países que las practican y como influyen en los procesos internos de los países a los que van dirigidas» un consejo que en vez de dirigirlo a la administración estadounidense debiera ir dirigido al Sr. Moratinos, responsable de la cancillería española, y conocido por sus constantes “desatinos” con respecto a la política exterior de la cual Cuba no ha resultado ser una excepción.
Para Levy Cuba no ha podido convertirse en una China, un Vietnam o un país de Europa del Este, con excelentes relaciones comerciales con Estados Unidos, debido a que un «grupo de reclamantes de propiedades han subordinado toda acción norteamericana a sus intereses estrechos». Castro siempre ha asustado a la población de dentro de la isla con que si “vienen los de afuera” les quitaran las propiedades, propiedades que siguen sin ser respetadas por el gobierno cubano que la expropia si la persona, una vez con el “permiso” (carta blanca) del gobierno cubano, decide emigrar e irse a vivir a otro país. Lo del articulista sólo resulta un eco sin contenido, en versión antiembargo, del mismo miedo que el dictador le inocula a una población cada día más pobre y que tiene la ilusión de que es propietaria de algo de lo que no puede decidir nada.
En cuanto a la justificación que da Levy recordando las palabras de De Gaulle como razón para comerciar con la España franquista de que “las naranjas españolas no son fascistas” no tiene similitud con Cuba, porque a diferencia de que en la España de Franco se respetaba la propiedad privada, en Cuba las naranjas y cualquier otro producto, está controlado estatalmente y se distribuye o se le niega a la población a capricho de una economía casera de un individuo que administra una nación como su finca particular, y si no que se lo digan a los que sufren o sufrieron prisión por haber tenido una libra de langosta o camarones en su casa, productos prohibidos a la población cubana.
Identificar al actual gobierno del PSOE, un gobierno manifiestamente irresponsable en política exterior, en política nacional y hasta en la lucha contra el terrorismo, con el PSOE de la transición al decir que «Gracias a Dios y a Zapatero, Franco no tiene ya ni estatua» contiene una adulación desmedida hacia quien está desenterrando cadáveres de la guerra civil (los de un solo bando) para acuciar peligrosamente la división de la sociedad española, algo que no tiene nada que ver con el “coraje” y la “sabiduría” que el columnista le quiere endosar por transitividad al presidente español.
El Sr. López Levy afirma que en Cuba, a diferencia de lo que dicen los "exiliados de derecha" de La Florida, si se puede ir a interactuar con el pueblo cubano, y que decir lo contrario es estar «lejos de la realidad». Es indudable que el desconocimiento de Levy es clínico o de un cinismo apabullante, debería preguntarle a la modelo checa, Helena Houdová, que fue expulsada por fotografiar barrios pobres de La Habana a ver si opina lo mismo. Otra cosa sería si la pregunta va dirigida a los turistas que interactúan con los empleados de lugares cerrados o semicerrados, como Cayo Largo o Varadero, quizás Levy llame pueblo cubano a los pocos privilegiados esclavos de las multinacionales hoteleras españolas que buscan el dólar trabajando, robando o haciendo de chulos improvisados facilitando el contacto del creciente turismo sexual extranjero con alguna que otra joven cubana que necesite un “pitusa”, unos “popis” o comprar un litro de leche para su hijo pequeño. Ese tipo de interacciones lamentablemente si ha tenido un notable y despreciable incremento.
La afirmación del periodista de que «el impacto europeo en términos de liberalización, pluralismo social y apertura en Cuba, ha sido significativo» resulta cuanto menos contradictoria con las últimas medidas de represión adoptadas por la dictadura cubana contra la iniciativa privada. Cuba, debido a la mala situación económica en que quedó cuando faltaron los subsidios soviéticos se sintió obligada a abrir su economía a la inversión extranjera para solventar la terrible crisis económica en que se vio envuelta, ahora con los petrodólares de la Venezuela de Chávez empieza a despreciar a los pequeños inversores extranjeros y vuelve a reprimir los incipientes pero muy controlados pequeños negocios particulares.
Hay una cierta correspondencia de que a mayor presión hacia Castro, su estatismo económico disminuye y abre una válvula de escape, eso sí, siempre temporal, con el objetivo de evitar un colapso económico severo que pueda llevar a una crisis mayor que desemboque en una situación política incontrolable. El embargo, si no fuese continuamente burlado por Castro y si los demás países democráticos recordaran que para acabar con el apartheid en Sudáfrica nadie planteó problemas éticos o de otra índole por aplicarlo al régimen racista, quizás el efecto podría haber sido otro.
La hipocresía con respecto al embargo norteamericano a Castro es manifiesta. Países como España necesitan que Cuba no comercie con Estados Unidos, si existiese la libre competencia España no tendría oportunidad de competir con la primera potencia económica situada a tan solo 90 millas. Y ahora, que Cuba puede obtener “regalías” de Venezuela y Bolivia, España y Europa se encuentran en la misma situación que cuando Cuba era subsidiada por el campo socialista y no le interesaba comerciar con países del área “capitalista”. De ahí el aumento de la represión.
El artículo de Lopez Levy, es en resumen interesante, lo que no quita que deje de ser una bazofia difícilmente digerible. Y sobre todo cuando de forma, no tan directa, acusa al exilio de Miami como una mafia cuando expresa que «las preocupaciones europeas de seguridad son evitar que Cuba se convierta en un emporio de crimen, terrorismo, corrupción, lavado de dinero y tráfico de drogas en el Caribe» como si acaso ya no lo fuera y todo ello controlado por un dictador que es recibido en eventos internacionales como mandatario, presidente, etc.
Para un gobierno español que apacigua el terrorismo internacional y nacional con guiños que ofenden a las víctimas no debe resultarle un problema ético o de moral el comerciar libremente con Cuba como si de un estado libre se tratara. López Levy no necesita recurrir a la comparación con los coros de las tragedias griegas para dialogar con Castro como le sugiere a España y a la Comunidad Europea, con pertenecer al coro de los eunucos morales que le hacen el juego al dictador ya es suficiente. Es una crueldad pensar que negociar con un tirano puede ser útil, ya lo decía el político y orador romano Marco Tulio Cicerón: La sola idea de que una cosa cruel puede ser útil es ya de por sí inmoral.
El escrito constituye un fiel reflejo de la estrechez de miras o a la reproducción de “desinformación” interesada con que algunos enfocan el tema del embargo a la dictadura castrista, un embargo que si bien no ha logrado acabar con la tiranía que somete a los cubanos por casi medio siglo si se justifica como medida de contención, pues Fidel Castro por lo general ha intervenido y provocado inestabilidad en el extranjero siempre que la economía cubana ha estado “mejor” y le ha dado la posibilidad de prestar ayuda a los líderes y grupos hostiles contra gobiernos ajenos a su misma línea “ideológica”. En su escrito La Ley Helms-Burton y el Embargo Estadounidense Contra Cuba la analista política y vicepresidenta del Council of the Americas, con sede en Nueva York, Susan Kauffman Purcell, lo expone de forma objetiva e inteligente, analizando los pro y los contra de una política de embargo que para algunos “exiliados” es el tema sobre el que debe girar el problema cubano, una visión que sin ser idéntica si es bastante cercana a la que siempre se ha propuesto difundir el propio dictador cubano.
Vayamos por partes y desmenucemos el “interesante” artículo de López Levy para entender como se mezclan la mentira y las medias verdades en un escrito que podría pasar desapercibido para muchos y que junto a otros de similares propósitos actúan como un veneno inocuo en pequeñas dosis pero que de forma continuada provocan la tergiversación de la historia y la realidad cubana.
La “lógica” del escrito comienza en hacer ver la incompatibilidad de la política europea y la americana con respecto a Cuba, cuando realmente se está refiriendo sólo a la postura adoptada por el gobierno socialista de España, que hace ingentes esfuerzos en Europa para que le quiten todo tipo de sanciones a Cuba, sin que antes se cumpla con el respeto a los derechos humanos y se liberen a los presos de conciencia, tómese como referencia al eurodiputado Miguel Ángel Martínez Martínez quien no tiene reparos en defender a 5 espías cubanos condenados en los Estados Unidos e implicados en actos terroristas, un eurodiputado socialista que estuvo en contra de la concesión del premio Sajarov a Osvaldo Payá en el parlamento europeo y que López Levy pone como ejemplo de lo que ha hecho Europa por la disidencia cubana. Confundir Europa con la postura de uno o varios de sus miembros como España y no aclarar las diferencias de una España gobernada por socialistas o una por populares es algo manipulado convenientemente en la exposición de Levy.
Sumarse Estados Unidos al “compromiso constructivo” y al “diálogo crítico” de Zapatero, abandonar el embargo, y olvidarse de “pasiones” es el consejo del columnista. Según el escritor las políticas exteriores son efectivas en dependencia de «cómo sirven a los intereses de los países que las practican y como influyen en los procesos internos de los países a los que van dirigidas» un consejo que en vez de dirigirlo a la administración estadounidense debiera ir dirigido al Sr. Moratinos, responsable de la cancillería española, y conocido por sus constantes “desatinos” con respecto a la política exterior de la cual Cuba no ha resultado ser una excepción.
Para Levy Cuba no ha podido convertirse en una China, un Vietnam o un país de Europa del Este, con excelentes relaciones comerciales con Estados Unidos, debido a que un «grupo de reclamantes de propiedades han subordinado toda acción norteamericana a sus intereses estrechos». Castro siempre ha asustado a la población de dentro de la isla con que si “vienen los de afuera” les quitaran las propiedades, propiedades que siguen sin ser respetadas por el gobierno cubano que la expropia si la persona, una vez con el “permiso” (carta blanca) del gobierno cubano, decide emigrar e irse a vivir a otro país. Lo del articulista sólo resulta un eco sin contenido, en versión antiembargo, del mismo miedo que el dictador le inocula a una población cada día más pobre y que tiene la ilusión de que es propietaria de algo de lo que no puede decidir nada.
En cuanto a la justificación que da Levy recordando las palabras de De Gaulle como razón para comerciar con la España franquista de que “las naranjas españolas no son fascistas” no tiene similitud con Cuba, porque a diferencia de que en la España de Franco se respetaba la propiedad privada, en Cuba las naranjas y cualquier otro producto, está controlado estatalmente y se distribuye o se le niega a la población a capricho de una economía casera de un individuo que administra una nación como su finca particular, y si no que se lo digan a los que sufren o sufrieron prisión por haber tenido una libra de langosta o camarones en su casa, productos prohibidos a la población cubana.
Identificar al actual gobierno del PSOE, un gobierno manifiestamente irresponsable en política exterior, en política nacional y hasta en la lucha contra el terrorismo, con el PSOE de la transición al decir que «Gracias a Dios y a Zapatero, Franco no tiene ya ni estatua» contiene una adulación desmedida hacia quien está desenterrando cadáveres de la guerra civil (los de un solo bando) para acuciar peligrosamente la división de la sociedad española, algo que no tiene nada que ver con el “coraje” y la “sabiduría” que el columnista le quiere endosar por transitividad al presidente español.
El Sr. López Levy afirma que en Cuba, a diferencia de lo que dicen los "exiliados de derecha" de La Florida, si se puede ir a interactuar con el pueblo cubano, y que decir lo contrario es estar «lejos de la realidad». Es indudable que el desconocimiento de Levy es clínico o de un cinismo apabullante, debería preguntarle a la modelo checa, Helena Houdová, que fue expulsada por fotografiar barrios pobres de La Habana a ver si opina lo mismo. Otra cosa sería si la pregunta va dirigida a los turistas que interactúan con los empleados de lugares cerrados o semicerrados, como Cayo Largo o Varadero, quizás Levy llame pueblo cubano a los pocos privilegiados esclavos de las multinacionales hoteleras españolas que buscan el dólar trabajando, robando o haciendo de chulos improvisados facilitando el contacto del creciente turismo sexual extranjero con alguna que otra joven cubana que necesite un “pitusa”, unos “popis” o comprar un litro de leche para su hijo pequeño. Ese tipo de interacciones lamentablemente si ha tenido un notable y despreciable incremento.
La afirmación del periodista de que «el impacto europeo en términos de liberalización, pluralismo social y apertura en Cuba, ha sido significativo» resulta cuanto menos contradictoria con las últimas medidas de represión adoptadas por la dictadura cubana contra la iniciativa privada. Cuba, debido a la mala situación económica en que quedó cuando faltaron los subsidios soviéticos se sintió obligada a abrir su economía a la inversión extranjera para solventar la terrible crisis económica en que se vio envuelta, ahora con los petrodólares de la Venezuela de Chávez empieza a despreciar a los pequeños inversores extranjeros y vuelve a reprimir los incipientes pero muy controlados pequeños negocios particulares.
Hay una cierta correspondencia de que a mayor presión hacia Castro, su estatismo económico disminuye y abre una válvula de escape, eso sí, siempre temporal, con el objetivo de evitar un colapso económico severo que pueda llevar a una crisis mayor que desemboque en una situación política incontrolable. El embargo, si no fuese continuamente burlado por Castro y si los demás países democráticos recordaran que para acabar con el apartheid en Sudáfrica nadie planteó problemas éticos o de otra índole por aplicarlo al régimen racista, quizás el efecto podría haber sido otro.
La hipocresía con respecto al embargo norteamericano a Castro es manifiesta. Países como España necesitan que Cuba no comercie con Estados Unidos, si existiese la libre competencia España no tendría oportunidad de competir con la primera potencia económica situada a tan solo 90 millas. Y ahora, que Cuba puede obtener “regalías” de Venezuela y Bolivia, España y Europa se encuentran en la misma situación que cuando Cuba era subsidiada por el campo socialista y no le interesaba comerciar con países del área “capitalista”. De ahí el aumento de la represión.
El artículo de Lopez Levy, es en resumen interesante, lo que no quita que deje de ser una bazofia difícilmente digerible. Y sobre todo cuando de forma, no tan directa, acusa al exilio de Miami como una mafia cuando expresa que «las preocupaciones europeas de seguridad son evitar que Cuba se convierta en un emporio de crimen, terrorismo, corrupción, lavado de dinero y tráfico de drogas en el Caribe» como si acaso ya no lo fuera y todo ello controlado por un dictador que es recibido en eventos internacionales como mandatario, presidente, etc.
Para un gobierno español que apacigua el terrorismo internacional y nacional con guiños que ofenden a las víctimas no debe resultarle un problema ético o de moral el comerciar libremente con Cuba como si de un estado libre se tratara. López Levy no necesita recurrir a la comparación con los coros de las tragedias griegas para dialogar con Castro como le sugiere a España y a la Comunidad Europea, con pertenecer al coro de los eunucos morales que le hacen el juego al dictador ya es suficiente. Es una crueldad pensar que negociar con un tirano puede ser útil, ya lo decía el político y orador romano Marco Tulio Cicerón: La sola idea de que una cosa cruel puede ser útil es ya de por sí inmoral.
3 Comments:
Igual q en anteriores escritos el Sr. Cruz expone con total claridad le verdadera relidad de la situación político, economica que se mantiene inexplicablemente con la dictadura castrista.Solo añadiría que efectivamente la presión de EE UU no resuelve el problema dado que no se acompaña de muchos otros paises q por interese o por ideología siguen ayudando al castrismo
Zapatero por las inversiones de su pais ayuda a Fidel a oprimir a Cuba y a manterner al cubano esclavizado.
Ojala que haya españoles que deseen la libertad de Cuba.
Cuba debe ser libre pero Zapatero adora a Castro y por el dinero de las inversionistas españoles ayuda a ese tirano a matener a los cubanos oprimidos. Estara emulando a Valeriano Weiler en su crueldad hacia los cubanos? No sabe Zapatero que hay cubanos mas españoles que el?
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