Sobre las “Reflexiones” de Fidel Castro
Desde el pasado marzo la prensa oficialista cubana viene reproduciendo las que se suponen son las “Reflexiones” de Fidel Castro. El sentido común nos podría hacer dudar de la autoría. Pues, que un viejo loco pueda escribir sobre un papel humedecido por las babas de la decrepitud, con una coherencia atribuible a una persona en su sano juicio, es realmente sólo creíble por ingenuos. Y si estos mismos ingenuos prefieren creer que el coma-andante utiliza una “laptop” (ordenador portátil) en sustitución de ese papel revolucionariamente babeado por la esquizofrenia anti estadounidense tampoco cambiaría la única y feliz realidad: el tirano está acabado.
Las “Reflexiones” hasta ahora escritas suman más de 40. Incluso acaban de ser elegidas como material de estudio para los estudiantes universitarios como parte de un programa para festejar el 85 aniversario de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Pese a que la FEU “revolucionaria” lo único que tiene en común con la autónoma y democrática que existía antes del año 1959 es el nombre, el régimen necesita seguir festejando eventos octogenarios. Si son igual, o más ancianos que Fidel, mejor. Y no sería de extrañar que la última “Reflexión” con las que nos ilustrará el Embaucador en Jefe resulte al final un extraño número con connotaciones cabalísticas.
Quien sabe, algún número que traiga el recuerdo a los cubanos de otros números prometidos como el de “la zafra de los 10 millones” o el de la promesa de un millón de viviendas en 10 años, quien sabe. Promesas y esperanzas que se vuelven a repetir en estos seis meses.
¿Por qué no se recuerdan las promesas olvidadas o las incumplidas? ¿Y las mentiras qué? En Cuba los estudiantes no deberían saber, hasta que una “Reflexión” se los dijo en el Granma, que Fidel Castro mintió a todo el pueblo de Cuba - y al mundo - cuando dijo que no era comunista en los comienzos de la llamada “revolución”. Claro que existen pruebas, radiales y televisivas de esa mentira, pero el control totalitario de todos los medios de comunicación por parte de la dictadura ha impedido hasta ahora que los ciudadanos cubanos lo sepan por el propio régimen.
Si muchos jóvenes cubanos, educados, o más bien, adoctrinados por el castrismo, están al corriente de los embauques de Fidel es gracias a emisoras como Radio Martí y otras del mundo libre que han reproducido todas y cada una de las jergas demagógicas del dictador. Pero cada cubano debería tomar ejemplo de estas “Reflexiones” y también ponerse a reflexionar. No tiene que hacerlo de forma hipócrita o cínica como las que reproduce el Granma. Quizás deba reflexionar si tiene algo de digno el haber soportado medio siglo de una tiranía sin haber hecho algo, lo más mínimo, que haya ayudado a eliminarla, sea la vía que sea. Si tiene algo de honorable el olvido de miles de víctimas, de asesinados. Si puede ser apreciable que un cubano, de esos que ahora la dictadura llama “emigrantes económicos” se desentienda totalmente del padecimiento de sus compatriotas de la isla.
Es comprensible que el primer instinto del ser humano es el de su propia supervivencia. El miedo que se le ha logrado inducir al pueblo cubano ha provocado el éxito de su verdugo. Un verdugo que “reflexiona” e intenta legalizar su cinismo ante la historia pero que no puede ni debería impedir que sus víctimas reflexionen, se unan y se rebelen contra él. Hasta Bonaparte lo alertaba «si la obediencia es el resultado del instinto de las muchedumbres, el motín es el de su reflexión».
Las “Reflexiones” hasta ahora escritas suman más de 40. Incluso acaban de ser elegidas como material de estudio para los estudiantes universitarios como parte de un programa para festejar el 85 aniversario de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Pese a que la FEU “revolucionaria” lo único que tiene en común con la autónoma y democrática que existía antes del año 1959 es el nombre, el régimen necesita seguir festejando eventos octogenarios. Si son igual, o más ancianos que Fidel, mejor. Y no sería de extrañar que la última “Reflexión” con las que nos ilustrará el Embaucador en Jefe resulte al final un extraño número con connotaciones cabalísticas.
Quien sabe, algún número que traiga el recuerdo a los cubanos de otros números prometidos como el de “la zafra de los 10 millones” o el de la promesa de un millón de viviendas en 10 años, quien sabe. Promesas y esperanzas que se vuelven a repetir en estos seis meses.
¿Por qué no se recuerdan las promesas olvidadas o las incumplidas? ¿Y las mentiras qué? En Cuba los estudiantes no deberían saber, hasta que una “Reflexión” se los dijo en el Granma, que Fidel Castro mintió a todo el pueblo de Cuba - y al mundo - cuando dijo que no era comunista en los comienzos de la llamada “revolución”. Claro que existen pruebas, radiales y televisivas de esa mentira, pero el control totalitario de todos los medios de comunicación por parte de la dictadura ha impedido hasta ahora que los ciudadanos cubanos lo sepan por el propio régimen.
Si muchos jóvenes cubanos, educados, o más bien, adoctrinados por el castrismo, están al corriente de los embauques de Fidel es gracias a emisoras como Radio Martí y otras del mundo libre que han reproducido todas y cada una de las jergas demagógicas del dictador. Pero cada cubano debería tomar ejemplo de estas “Reflexiones” y también ponerse a reflexionar. No tiene que hacerlo de forma hipócrita o cínica como las que reproduce el Granma. Quizás deba reflexionar si tiene algo de digno el haber soportado medio siglo de una tiranía sin haber hecho algo, lo más mínimo, que haya ayudado a eliminarla, sea la vía que sea. Si tiene algo de honorable el olvido de miles de víctimas, de asesinados. Si puede ser apreciable que un cubano, de esos que ahora la dictadura llama “emigrantes económicos” se desentienda totalmente del padecimiento de sus compatriotas de la isla.
Es comprensible que el primer instinto del ser humano es el de su propia supervivencia. El miedo que se le ha logrado inducir al pueblo cubano ha provocado el éxito de su verdugo. Un verdugo que “reflexiona” e intenta legalizar su cinismo ante la historia pero que no puede ni debería impedir que sus víctimas reflexionen, se unan y se rebelen contra él. Hasta Bonaparte lo alertaba «si la obediencia es el resultado del instinto de las muchedumbres, el motín es el de su reflexión».
© Escrito para Diario de América
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