El apoyo de España a las dictaduras en América
Las palabras de ayer de la Sra. Trinidad Jiménez, Secretaria de Estado para Latinoamérica, aconsejando dar un poco de tiempo a la dictadura cubana tras el traspaso de poder al hermano menor de los Castro es algo comprensible desde el punto de vista del socialismo español. La paciencia del gobierno de España, para ayudar a encausar hacia la democracia a regímenes como el cubano, que no respetan los derechos humanos más elementales, puede que sea apreciable por algunos, evidentemente para los que sufren el rigor del presidio político dentro de las cárceles no lo creo. Si además, la palabra socialismo les hermana - salvando las diferencias - como es el caso, podemos estar seguros que será una paciencia eterna.
Pese a que Trinidad niegue retóricamente una y otra vez que la actitud del gobierno que representa no es de protección a los empresarios españoles, que invierten gracias a los privilegios que le otorga el único dueño y señor de la isla, los hechos le desmienten. Abandonar o evitar a los disidentes y opositores cubanos para no incomodar a la tiranía no puede perseguir otra cosa que la defensa de intereses espurios.
El gobierno español promueve y práctica el llevar al ostracismo en España - también lo intenta en el ámbito europeo - a los que arriesgando sus vidas se oponen pacíficamente a este tipo de dictaduras que se autodenominan socialistas y de izquierdas.
Precisamente ayer hubo una importante conferencia en el Club Internacional de Prensa del portavoz de un destacado grupo de jóvenes venezolanos. El dirigente estudiantil, Andrés Ayala, estuvo arropado y respaldado por representantes de diversos partidos políticos españoles, pero como era de suponer, y pese ha habérsele cursado invitación, no hubo ninguna representación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Con actitudes como esas, que lo único que hacen es matizar el respaldo absoluto a regímenes totalitarios como el del Sr. Chávez no es de extrañar que España tenga cada día menos relevancia a nivel internacional, al menos dentro de los países que se rigen por principios democráticos.
La empatía que existe entre un Zapatero, un Chávez y cualquiera de los Castro tiene causa ideológica. Entre Venezuela y Cuba el vínculo ideológico no hay que probarlo, es un axioma, la versión radical del socialismo que practican les permite la eternidad en el poder. El que destaquen palabras comunes entre ellos como socialismo, izquierda, etc., no es casualidad. Todos ellos cantan una misma “canción de cuna” que los vincula más aún. Es una cancioncilla que cantan levantando el puño izquierdo y que llaman La Internacional. Les hace sentirse en familia. Da igual que uno de ellos asesine, encarcele o ampare el terrorismo, el otro se encargará de tapárselo u otro pedirá “paciencia”, que ya se enmendará el hermano.
Cuba y Venezuela son dos países donde sus pueblos sufren las consecuencias de la ideología socialista impuesta. Padecen la versión tiránica, la que provoca aparte de miseria, muertes y asesinatos. Pero la España actual comparte con ellos rasgos comunes. Ya se imponen asignaturas para adoctrinar a los jóvenes, se adelantan promesas de disfrute de una vivienda, irracionales desde el punto de vista económico, pero agradables y valiosas para engatusar a efectos electorales. Y así muchos más ejemplos que confirman lo que dijo Churchill cuando aseguró: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. Cómo no va el gobierno socialista de Zapatero a apoyar, por activa o por pasiva a las dictaduras totalitarias de América. Distribuir y dejar constancia de la miseria moral que se padece es para estos socialistas una virtud. El estadista inglés tenía razón.
Pese a que Trinidad niegue retóricamente una y otra vez que la actitud del gobierno que representa no es de protección a los empresarios españoles, que invierten gracias a los privilegios que le otorga el único dueño y señor de la isla, los hechos le desmienten. Abandonar o evitar a los disidentes y opositores cubanos para no incomodar a la tiranía no puede perseguir otra cosa que la defensa de intereses espurios.
El gobierno español promueve y práctica el llevar al ostracismo en España - también lo intenta en el ámbito europeo - a los que arriesgando sus vidas se oponen pacíficamente a este tipo de dictaduras que se autodenominan socialistas y de izquierdas.
Rueda de prensa con Andrés Ayala |
Con actitudes como esas, que lo único que hacen es matizar el respaldo absoluto a regímenes totalitarios como el del Sr. Chávez no es de extrañar que España tenga cada día menos relevancia a nivel internacional, al menos dentro de los países que se rigen por principios democráticos.
La empatía que existe entre un Zapatero, un Chávez y cualquiera de los Castro tiene causa ideológica. Entre Venezuela y Cuba el vínculo ideológico no hay que probarlo, es un axioma, la versión radical del socialismo que practican les permite la eternidad en el poder. El que destaquen palabras comunes entre ellos como socialismo, izquierda, etc., no es casualidad. Todos ellos cantan una misma “canción de cuna” que los vincula más aún. Es una cancioncilla que cantan levantando el puño izquierdo y que llaman La Internacional. Les hace sentirse en familia. Da igual que uno de ellos asesine, encarcele o ampare el terrorismo, el otro se encargará de tapárselo u otro pedirá “paciencia”, que ya se enmendará el hermano.
Cuba y Venezuela son dos países donde sus pueblos sufren las consecuencias de la ideología socialista impuesta. Padecen la versión tiránica, la que provoca aparte de miseria, muertes y asesinatos. Pero la España actual comparte con ellos rasgos comunes. Ya se imponen asignaturas para adoctrinar a los jóvenes, se adelantan promesas de disfrute de una vivienda, irracionales desde el punto de vista económico, pero agradables y valiosas para engatusar a efectos electorales. Y así muchos más ejemplos que confirman lo que dijo Churchill cuando aseguró: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”. Cómo no va el gobierno socialista de Zapatero a apoyar, por activa o por pasiva a las dictaduras totalitarias de América. Distribuir y dejar constancia de la miseria moral que se padece es para estos socialistas una virtud. El estadista inglés tenía razón.
© Escrito para Diario de América
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