Apoyar a Israel es apoyar la paz
La palabra “paz” se ha convertido en la palabra más pronunciada por el actual gobierno de España. Pero aunque el presidente español diga miles de veces esa palabra, y haga decenas de viajes a la tierra de Gandhi y escriba igual de veces en el libro de honor la palabra “paz”, lo cierto es que, como dijera Friedrich Schiller, filósofo e historiador alemán: El más santo no puede mantenerse en paz cuando no le place al vecino malvado.
Los ataques y secuestros de los terroristas de Hezbolá ("El partido de Dios") contra el territorio de Israel y efectuados con total impunidad desde el Líbano, no podían quedar sin una respuesta decisiva por parte del gobierno israelí. La ofensiva llevada a cabo por el ejército hebreo pretende acabar de forma definitiva con un grupo terrorista que cuenta inclusive con representación en el “parlamento” libanés.
Llamarle “desproporcionada”, el gobierno español, a la reacción de Israel, es injusto sabiendo que es contra el terrorismo la ofensiva, pero que prominentes miembros del partido gobernante como José Blanco exprese públicamente que las víctimas de la respuesta de Israel no son "daños colaterales" sino "un objetivo buscado" o el Sr. Simancas le llame "genocida" al único estado con una democracia auténtica en la región es - aparte de ofensivo e irrespetuoso - un insulto a millones de israelíes.
Con esas afirmaciones se oculta deliberadamente los esfuerzos que hace el estado hebreo para evitar víctimas dentro de la población civil, incluyendo a la población del Líbano. Si de poco sirve que aviones israelíes arrojen panfletos en Tyre, y otras ciudades del Líbano, para advertir a los residentes que desalojen el área y se trasladen hacia el norte del país, es porque Hezbolá los utiliza como escudos humanos, los mantiene secuestrados. Y ante ese secuestro ¿debe actuar o replegarse nuevamente y seguir soportando que los muertos civiles estén sólo de un lado de la frontera?
Es sobradamente conocida la postura de debilidad que demuestra el gobierno español frente al terrorismo tanto nacional como internacional, complacer a los terroristas no es ni será nunca el camino correcto para obtener la paz. El presidente de España no debe sentirse complacido porque los terroristas estén contentos y hasta le agradezcan y le feliciten. El que un implicado en el atentado del 11-M lo felicitara por haber ganado las elecciones en España, o más recientemente, que la televisión del grupo terrorista Hezbolá le haya llamado “valiente” por criticar duramente a Israel, no debería ser motivo de regocijo, aunque se encabece una llamada “Alianza de Civilizaciones”. La felicitación y el agradecimiento de quienes chantajean, extorsionan y asesinan sólo acercarían a una “paz” irresponsable y patética que tiene el humillante nombre de rendición.
Los ataques y secuestros de los terroristas de Hezbolá ("El partido de Dios") contra el territorio de Israel y efectuados con total impunidad desde el Líbano, no podían quedar sin una respuesta decisiva por parte del gobierno israelí. La ofensiva llevada a cabo por el ejército hebreo pretende acabar de forma definitiva con un grupo terrorista que cuenta inclusive con representación en el “parlamento” libanés.
Llamarle “desproporcionada”, el gobierno español, a la reacción de Israel, es injusto sabiendo que es contra el terrorismo la ofensiva, pero que prominentes miembros del partido gobernante como José Blanco exprese públicamente que las víctimas de la respuesta de Israel no son "daños colaterales" sino "un objetivo buscado" o el Sr. Simancas le llame "genocida" al único estado con una democracia auténtica en la región es - aparte de ofensivo e irrespetuoso - un insulto a millones de israelíes.
Con esas afirmaciones se oculta deliberadamente los esfuerzos que hace el estado hebreo para evitar víctimas dentro de la población civil, incluyendo a la población del Líbano. Si de poco sirve que aviones israelíes arrojen panfletos en Tyre, y otras ciudades del Líbano, para advertir a los residentes que desalojen el área y se trasladen hacia el norte del país, es porque Hezbolá los utiliza como escudos humanos, los mantiene secuestrados. Y ante ese secuestro ¿debe actuar o replegarse nuevamente y seguir soportando que los muertos civiles estén sólo de un lado de la frontera?
Es sobradamente conocida la postura de debilidad que demuestra el gobierno español frente al terrorismo tanto nacional como internacional, complacer a los terroristas no es ni será nunca el camino correcto para obtener la paz. El presidente de España no debe sentirse complacido porque los terroristas estén contentos y hasta le agradezcan y le feliciten. El que un implicado en el atentado del 11-M lo felicitara por haber ganado las elecciones en España, o más recientemente, que la televisión del grupo terrorista Hezbolá le haya llamado “valiente” por criticar duramente a Israel, no debería ser motivo de regocijo, aunque se encabece una llamada “Alianza de Civilizaciones”. La felicitación y el agradecimiento de quienes chantajean, extorsionan y asesinan sólo acercarían a una “paz” irresponsable y patética que tiene el humillante nombre de rendición.
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