El festival de la palabra embalsamada
Este martes 13 comenzó en la Universidad de Alcalá el “Festival de la palabra”. Un evento organizado por el ayuntamiento de Alcalá de Henares y la prestigiosa Universidad. La cita cultural se celebra anualmente y suelen presentar ponencias reconocidos intelectuales y escritores. Este año se ha inaugurado con una ponencia titulada Cuba en la narrativa de Alejo Carpentier sobre el escritor cubano (1904-1980), ganador del Premio Cervantes 1977, la misma fue presentada –según reza la información de la Universidad– «..por el también escritor cubano y especialista de la obra de Carpentier, Armando Cristóbal Pérez».
El Excelentísimo Rector, Sr. Virgilio Zapatero –ex ministro socialista en la última etapa de Felipe González– haciendo gala de sus conocimientos de manipulación, conocimientos que han demostrado su efectividad en los medios de comunicación del “poder fáctico fácilmente reconocible”, no ha tenido reparo en ocultar el verdadero curriculum del Sr. Armando.
Hablar de Cuba en la obra de Alejo Carpentier puede ser muy engorroso y complicado, sobre todo si se le quiere hacer cómplice de la dictadura cubana. Que mejor escritor podría haber entonces, que el ministro encargado de asuntos culturales de la embajada de Cuba en España, esposo de la embajadora Isabel Allende y reconocido miembro del MININT (Ministerio del Interior cubano) para tan encomiable tarea.
Carpentier dijo una frase que podría ser considerada muy elocuente "Los mundos nuevos deben ser vividos antes de ser explicados", lamentablemente el nunca sufrió el nuevo mundo impuesto a Cuba y su objetividad hay que circunscribirla a la etapa en que vivió en ella y precisamente no fue la etapa “revolucionaria”. Su vida “aburguesada” como embajador en Francia le eximió de sufrir la realidad cubana con toda su crudeza, por personas como él se pueden entender las ambigüedades y contradicciones de muchos intelectuales de izquierda, la visión que tienen de Cuba es debido a diferentes factores.
Un factor determinante es el trato que sabe dispensarles el tirano. Sabio conocedor de las debilidades humanas, Castro trata -al mismo nivel- con los famosos que pueden servirle como voceros mediáticos, unos de los ejemplos más recientes fue el de Saramago, al que no se resistió a perder y mandó a su embajadora en España y a su esposo (el “escritor”) a convencer de que se volviera a subir al tren del despotismo cubano, boleto que aceptó gustosamente.
Pero todos los intelectuales y prestigiosos escritores cubanos no sucumben a los premios de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), ni a los privilegios derivados de su vinculo con el surrealismo cubano. Un nuevo Carpentier hace de embajador ante el mundo desde una cárcel cubana. Raúl Rivero, no solo tiene tanta calidad literaria como Alejo Carpentier, sino que aparte es valiente y comprometido con su pueblo. Ha dejado a los intelectuales como Saramago y Roa Bastos en la complacencia de los agasajos de un tirano, su misión es más humana y sufre por ello.
Alejo Carpentier dijo “La palabra impresa embalsama la verdad para la posteridad”. En el caso cubano lo que suele embalsamarse es la mentira para que la pudrición que se deriva de ella dure más. La verdad de Cuba el dictador no quiere embalsamarla, quiere enterrarla y desaparecerla. Los que intentan sacarla a la luz son juzgados y condenados a 20 años de prisión. Así piensan los tiranos, creen que el tiempo junto con la imposibilidad de embalsamar la realidad les garantizará la inmunidad histórica. Los intelectuales que vociferan su podredumbre humana, utilizando y manipulando la verdad con el arte de sus escritos no solo son crueles, son igualmente tiranos.
El Excelentísimo Rector, Sr. Virgilio Zapatero –ex ministro socialista en la última etapa de Felipe González– haciendo gala de sus conocimientos de manipulación, conocimientos que han demostrado su efectividad en los medios de comunicación del “poder fáctico fácilmente reconocible”, no ha tenido reparo en ocultar el verdadero curriculum del Sr. Armando.
Hablar de Cuba en la obra de Alejo Carpentier puede ser muy engorroso y complicado, sobre todo si se le quiere hacer cómplice de la dictadura cubana. Que mejor escritor podría haber entonces, que el ministro encargado de asuntos culturales de la embajada de Cuba en España, esposo de la embajadora Isabel Allende y reconocido miembro del MININT (Ministerio del Interior cubano) para tan encomiable tarea.
Carpentier dijo una frase que podría ser considerada muy elocuente "Los mundos nuevos deben ser vividos antes de ser explicados", lamentablemente el nunca sufrió el nuevo mundo impuesto a Cuba y su objetividad hay que circunscribirla a la etapa en que vivió en ella y precisamente no fue la etapa “revolucionaria”. Su vida “aburguesada” como embajador en Francia le eximió de sufrir la realidad cubana con toda su crudeza, por personas como él se pueden entender las ambigüedades y contradicciones de muchos intelectuales de izquierda, la visión que tienen de Cuba es debido a diferentes factores.
Un factor determinante es el trato que sabe dispensarles el tirano. Sabio conocedor de las debilidades humanas, Castro trata -al mismo nivel- con los famosos que pueden servirle como voceros mediáticos, unos de los ejemplos más recientes fue el de Saramago, al que no se resistió a perder y mandó a su embajadora en España y a su esposo (el “escritor”) a convencer de que se volviera a subir al tren del despotismo cubano, boleto que aceptó gustosamente.
Pero todos los intelectuales y prestigiosos escritores cubanos no sucumben a los premios de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba), ni a los privilegios derivados de su vinculo con el surrealismo cubano. Un nuevo Carpentier hace de embajador ante el mundo desde una cárcel cubana. Raúl Rivero, no solo tiene tanta calidad literaria como Alejo Carpentier, sino que aparte es valiente y comprometido con su pueblo. Ha dejado a los intelectuales como Saramago y Roa Bastos en la complacencia de los agasajos de un tirano, su misión es más humana y sufre por ello.
Alejo Carpentier dijo “La palabra impresa embalsama la verdad para la posteridad”. En el caso cubano lo que suele embalsamarse es la mentira para que la pudrición que se deriva de ella dure más. La verdad de Cuba el dictador no quiere embalsamarla, quiere enterrarla y desaparecerla. Los que intentan sacarla a la luz son juzgados y condenados a 20 años de prisión. Así piensan los tiranos, creen que el tiempo junto con la imposibilidad de embalsamar la realidad les garantizará la inmunidad histórica. Los intelectuales que vociferan su podredumbre humana, utilizando y manipulando la verdad con el arte de sus escritos no solo son crueles, son igualmente tiranos.
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