Chávez y el viejo samurai
Los recientes insultos al presidente de los Estados Unidos por parte del mandatario venezolano han tenido una enorme repercusión. Los incondicionales admiradores de Hugo Chávez, como era de esperar, han visto en sus palabras valentía y arrojo. Otras posiciones han sido más realistas: el ex presidente Clinton le ha advertido al histriónico personaje que sus “comentarios” no son nada buenos para Venezuela.
El gobernante venezolano, que se considera una especie de reencarnación de Bolívar, al menos debería tener en cuenta que su proceder como bufón sólo ayuda a tomársele poco en serio. Si su objetivo es querer convertir su “Aló presidente” en un circo ambulante por el mundo ya ha tenido una buena publicidad en un organismo internacional de importancia. Venezuela quizás no logre pertenecer al consejo de seguridad, pero Chávez, al menos, se ha ganado el puesto de bufón honorario de las Naciones Unidas para humillación de Venezuela y los venezolanos que aún pudieran sentirse representados por él.
Sería bueno que dejara de leer engorrosos libros conspiratorios de personajes que afirman que el gobierno estadounidense fue quien destruyó las torres gemelas y que ningún avión se estrelló contra el pentágono ¿Es que acaso no cree a su admirado Bin Laden y a los propios comunicados de Al Qaeda que se autoinculpan?
Antes que a Chomsky puede que sea más recomendable leer algunos cuentos de menos ficción y más instructivos que le impidan volver a cometer despropósitos en una reunión donde se intentan dar soluciones a problemas muy serios. Existe uno que le hubiese sido de gran ayuda a Chávez, se llama: El viejo Samurai.
Es un cuento muy corto que habla de un viejo samurai, ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus discípulos, aunque era muy viejo se corría el rumor que mantenía toda su fuerza y era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación, o sea, un auténtico y bolivariano Hugo Chávez. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con habilidad para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate. Sabiendo de la fama del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible.
El viejo samurai aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los discípulos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró. Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? - preguntó el samurai.
A quién intentó entregarlo - respondió un discípulo.
Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Y tal como en este sencillo y breve cuento, los Estados Unidos han hecho como el viejo maestro samurai, no responder ni hacer ninguna declaración sobre los insultos de Hugo Chávez. El gobernante se va, con su rabia, con su ira, con sus insultos y con su envidia de regreso a Venezuela. Sus regalos los seguirá brindando en sus “Aló presidente”, nadie los querrá.
El gobernante venezolano, que se considera una especie de reencarnación de Bolívar, al menos debería tener en cuenta que su proceder como bufón sólo ayuda a tomársele poco en serio. Si su objetivo es querer convertir su “Aló presidente” en un circo ambulante por el mundo ya ha tenido una buena publicidad en un organismo internacional de importancia. Venezuela quizás no logre pertenecer al consejo de seguridad, pero Chávez, al menos, se ha ganado el puesto de bufón honorario de las Naciones Unidas para humillación de Venezuela y los venezolanos que aún pudieran sentirse representados por él.
Sería bueno que dejara de leer engorrosos libros conspiratorios de personajes que afirman que el gobierno estadounidense fue quien destruyó las torres gemelas y que ningún avión se estrelló contra el pentágono ¿Es que acaso no cree a su admirado Bin Laden y a los propios comunicados de Al Qaeda que se autoinculpan?
Antes que a Chomsky puede que sea más recomendable leer algunos cuentos de menos ficción y más instructivos que le impidan volver a cometer despropósitos en una reunión donde se intentan dar soluciones a problemas muy serios. Existe uno que le hubiese sido de gran ayuda a Chávez, se llama: El viejo Samurai.
Es un cuento muy corto que habla de un viejo samurai, ya retirado, que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus discípulos, aunque era muy viejo se corría el rumor que mantenía toda su fuerza y era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación, o sea, un auténtico y bolivariano Hugo Chávez. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con habilidad para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate. Sabiendo de la fama del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible.
El viejo samurai aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los discípulos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró. Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? - preguntó el samurai.
A quién intentó entregarlo - respondió un discípulo.
Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Y tal como en este sencillo y breve cuento, los Estados Unidos han hecho como el viejo maestro samurai, no responder ni hacer ninguna declaración sobre los insultos de Hugo Chávez. El gobernante se va, con su rabia, con su ira, con sus insultos y con su envidia de regreso a Venezuela. Sus regalos los seguirá brindando en sus “Aló presidente”, nadie los querrá.
3 Comments:
GENIAL...Soy Jorge, Cubano vivo en USA
OTRO EXILADO CUBANO.ESE CUENTO ES UNA GRAN ENSENANZA.ESTA MUY BUENO EL BLOG SUYO.NADA MAS QUERIA DECIR QUE EL INDIO ESE ES IGUAL QUE SU MAESTRO EL LOCO VIEJO SINVERGUENZA DE FIDEL.SON PARTIDAS DE PAYASOS.
SOLO LOS CIEGOS TONTOS SE GOLPEAN CON LA RAZON.
¡VIVAN LOS PUEBLOS LIBRES DE AMERICA LATINA!
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