Wenceslao Cruz Blanco

Wenceslao Cruz Blanco

«La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla.»

José Martí­

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viernes, agosto 11, 2006

Batallas de la Paz

José MartíEn un artículo publicado el 18 de marzo de 1883 en el diario bonaerense La Nación, el apóstol cubano José Martí escribió «No hay tirano que afronte a un pueblo en pie. Los pueblos dormidos, invitan a sentarse sobre su lomo, y a probar el látigo y la espuela en sus ijares». El escrito hablaba sobre las elecciones norteamericanas y se titulaba “Batallas de la paz”.

Tras casi medio siglo de un solo y cruel jinete clavando sus espuelas en nuestros ijares es comprensible nuestro alivio cuando vemos que se va apagando y muriendo la maldad del tirano. Los que se fueron antes de que el látigo constante y doblegador se llevara el alma y el espíritu que necesita un individuo, para que su dignidad no quede irreparablemente comprometida con el despotismo, es normal lo celebren. El exilio cubano, es eso, expresión auténtica de libertad, no condicionada por las espuelas ni los látigos a que están sometidos sus hermanos de la isla.

Es injusto ver a los exiliados cubanos como desalmados por desearle la muerte a un ser humano, pues precisamente alma es lo que les sobra. La muerte de Castro o su agravamiento se festeja como cuando uno se recupera de una enfermedad, y la de Cuba es una enfermedad que dura ya muchas décadas. Quienes no se alegran y desean que la enfermedad retorne a la nación cubana si deben considerarse los desalmados y crueles.

Cuesta creerme que lo “políticamente correcto” es comportarse como un auténtico hipócrita. Es como tomarme una cucharada de sal y poner la cara del que ha tomado un terrón de azúcar, imposible. Si hay quien puede hacerlo no hay duda que posee un autocontrol elogiable, pero una hipocresía que anula una virtud mayor: la sinceridad.

Y sí, es verdad que muchas veces la política y la sinceridad no suelen ir de la mano, pero cuando la política tampoco va de la mano de los que sufren, y éstos solamente son utilizados como simple estrategia de posicionamiento para un hipotético futuro, no sólo se es hipócrita, se es cómplice. En la desgracia cubana no han sido tan responsables los autores del secuestro de los derechos y libertades como los que lo han tolerado o han mirado a otro lado. Esos, con su actitud, son los que permiten y han permitido esa infamia por tanto tiempo.

Cuba estará más cerca de su cura, no cuando muera Castro, ni su dinastía. Cuba sólo será libre cuando cada individuo tenga la oportunidad de decidir libremente, sin coacción y mediante voto directo a sus representantes. Y entonces, podremos repetir para nuestra Patria lo que dijo José Martí sobre las elecciones norteamericanas en 1883 «Fue el alarde admirable de un pueblo reflexivo. Fue mar salido de madre. Fue hecho glorioso ¡Bienaventurada la tierra donde se libran las batallas de la paz!»