Wenceslao Cruz Blanco

Wenceslao Cruz Blanco

«La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla.»

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lunes, septiembre 18, 2006

Castro, Chávez y Ahmadineyad, los cartógrafos de la destrucción

Ahmadineyad, uno de los cartógrafos de la muerteEl presidente venezolano, Hugo Chávez, con la incontinencia verbal que lo caracteriza sigue defendiendo el que Irán enriquezca uranio con fines “pacíficos”, pero a la vez “profetiza” que los Estados Unidos dejarán de existir a principios de este siglo. O sea que al igual que el presidente iraní Ahmadineyad con respecto a Israel, ambos son países que no deben existir en los mapas.

Castro, el dictador moribundo, debe estar rememorando su sueño de destrucción de Norteamérica. Si un Kruschev no sucumbió a los consejos irresponsables de un egocéntrico barbudo para lanzar misiles contra los norteamericanos, en la actualidad, una Europa que cuestiona diariamente los métodos de la lucha antiterrorista estadounidense, junto a organismos internacionales como la OIEA, son la herramienta eficaz para influir en que los Estados Unidos no protejan su territorio actuando fuera de sus fronteras.

Las duras críticas de la OIEA, a la supuesta tergiversación de sus informes por parte de los norteamericanos, han apoyado la hipótesis de que los Estados Unidos buscan justificar una intervención como sea a Irán, aún cuando sea utilizando pruebas falsas. Es como si los discursos amenazantes del presidente iraní contra Israel, Norteamérica y occidente en general, no fueran suficiente motivo para mostrar una preocupación justificada de desconfianza ante un programa de enriquecimiento de uranio tan poco transparente y del que la propia OIEA se ha quejado por no tener suficiente colaboración por parte de las autoridades iraníes.

Las últimas palabras de Chávez defendiendo a Irán, atacando a Israel y a los Estados Unidos, sumado a la defensa del futuro desarrollo de un programa nuclear venezolano, han de ser de preocupación, pese a que quien las dice es caracterizado como un “papagayo tropical”, carente de ver más allá de sus palabras, incapaz de entender las consecuencias de ellas; pero, lamentablemente, con suficiente capacidad de hacérselas sufrir al pueblo venezolano.

Permitir a un Hugo Chávez o un Ahmadineyad con la posibilidad de fabricar armamento nuclear es equivalente a un Fidel Castro durante la crisis de los misiles, pero con la posibilidad de lanzarlos él directamente. O sea, una garantizada catástrofe nuclear.

Mientras, la prensa y el parlamento europeo se “horroriza” por el descubrimiento de traslados de terroristas por parte de la CIA utilizando territorio europeo, se muestran comprensivos por un mundo musulmán ofendido por las recientes palabras del Papa Benedicto XVI. Esos musulmanes, que se han manifestado ofendidos por esas declaraciones, no han encontrado otra forma de “limpiar” el buen nombre de Mahoma, que quemando Iglesias cristianas o asesinando a una monja católica en Somalia.

Defenderse -para algunos líderes europeos, como el presidente español Rodríguez Zapatero- del terrorismo, es cuestionar a quien los combate, ya sea con las ideas, como Benedicto, o por la utilización de la fuerza, como los Estados Unidos. A nivel interno, alertar de un supuesto renacimiento de una “extrema derecha” ha sido la única forma de ocultar -que ha encontrado Zapatero- el fracaso de su política de intentar reinsertar en la sociedad a quien ha matado, extorsiona o amenaza. Ser blando con el terrorismo nacional e internacional, y ser muy duro con quien lo combate o denuncia, está siendo la estrategia del actual gobierno español.

Si las posiciones de rendición y comprensión, ante el peligroso fenómeno del terrorismo, se trasladan al resto de Europa y el mundo. Si se le niega a los Estados Unidos de América el apoyo que necesita para su lucha contra quienes piden su desaparición del mapa, sólo será cuestión de tiempo de que exista la Eurabia alertada por la fallecida Oriana Fallaci o se cumpla la “profecía”del gobernante venezolano.