Wenceslao Cruz Blanco

Wenceslao Cruz Blanco

«La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla.»

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miércoles, junio 16, 2004

Carta de Castro a Roosevelt (Una Carta hecha con PRISA)

La carta de un niño de 12 años a un Presidente norteamericano no tendría tanta relevancia sino fuera porque ese niño se convertiría en el tirano más despiadado y sanguinario que sufriría la nación cubana. Fidel Castro, en una breve carta –en inglés- al Presidente Roosevelt, que será mostrada al público en noviembre próximo, le pedía un billete de 10 dólares y se brindaba para mostrarle las minas de Mayarí, Oriente.


Ese mismo niño con el tiempo llegó, desde condenar a 20 de años de prisión a quienes poseyeran $1 americano –por poseer la moneda del “enemigo”- hasta prohibir a los niños y a todo el pueblo cubano cartearse con su familia en el extranjero –por temor al “diversionismo ideológico”-. Tanto rencor al parecer guardó por no haber recibido los $10, que incluso prohibió el estudió del Inglés en la mayoría de las facultades cubanas sustituyéndolo por el Ruso o el Alemán.

No se sabe exactamente si es por casualidad o por causalidad, pero desde que ha tomado el poder el PSOE se nota una ofensiva mediática y propagandística a favor de una versión de la historia de la revolución cubana bastante alejada de la realidad. Algo de esperar cuando viene de los organismos culturales del gobierno cubano como el ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfico).

Recientemente se proyectó en TVE un documental sobre el Béisbol cubano claramente pro-castrista con la sintomatología de manipulación y tergiversación de la realidad cubana similar al PFFR (Poder fáctico fácilmente reconocible). Actualmente se distribuye en los Kioscos españoles un documental propagandístico llamado “Cuba: caminos de revolución” –al precio de 9.95€- del ICAIC junto con la empresa canaria Impulso récords y granvíamusical (holding del Grupo PRISA dedicado al desarrollo y promoción de proyectos musicales). Próximamente, el día 23 de junio, y por Vía Digital se estrena el documental Comandante que ensalza el lado “humano” de Fidel Castro.

Son tantos los proyectos futuros que parecen tener Castro y sus acólitos de España, que la carta de Castro a Roseevelt la han mostrado solo como algo anecdótico. Han olvidado el rastro de mentira que suele acompañar todo lo relacionado con el dictador cubano. Solo hace falta remitirse a hechos fácilmente demostrables. Fidel Castro nace el 13 de Agosto de 1926, la carta la escribe un 6 de noviembre de 1940 – y se sella el 25 de noviembre del mismo año en el Dpto. de Estado-, por lo que no tiene los 12 años que escribe en su carta a Roosevelt. Castro tiene 14 años y le miente al presidente americano. Castro mintió ayer, hoy y lo seguirá haciendo porque esa es su naturaleza.

Castro vivía en una democracia cuando escribió la carta. A sus 14 años no tenía que ir obligado a trabajar al campo si quería aprender como ocurre en la Cuba que él tomó como su finca, donde los campos se llenan de niños que han de trabajar para tener derecho a estudiar, aparentando ser los hombres nuevos que ideó el idolatrado Ernesto Guevara. Los padres -del adolescente y futuro asesino- no sentían el temor de las madres cubanas actuales cuando sus hijos son obligatoriamente reclutados para formar parte del Ejército, con el consecuente riesgo de que sean enviados a una guerra con la excusa de un llamado “Internacionalismo Proletario”.

Ahora bien, algo de responsabilidad han de tener también los que mienten o le dan los medios de canalizar tanta mentira. ¿Qué se persigue con el apoyo a la distorsión de la realidad cubana? Como decía Shakespeare “con el cebo de una mentira se pesca una carpa de verdad”. Ya se ganaron unas elecciones amparándose en mentiras ¿cuál otra carpa se necesita apoyando una cruel y despótica tiranía ahora?.

Más que nunca –para el bien del futuro de Cuba- es necesario luchar contra las mentiras que esparce Castro. Si ya desde pequeño mentía sin que sepamos el propósito, ahora miente y sus propósitos son aún más peligrosos para el mundo. Ya no miente sólo, tiene amigos igualmente mentirosos y manipuladores.

La verdad cubana se sepulta constantemente en España por medios afines a una ideología que Castro dice pertenecer y que tan siquiera respeta. Es a los cubanos y a los españoles sensibles con la tragedia, a quienes queda el compromiso de denunciar las manipulaciones del tirano y los ecos voluntarios que le favorecen. Seguramente estos ecos también ya carecen de base ideológica a no ser que como Castro todo se basa en vender por 10 euros la mentira que empezó a construir el niño que quiso 10 dólares.