Wenceslao Cruz Blanco

Wenceslao Cruz Blanco

«La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla.»

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jueves, mayo 27, 2004

El Clon del Castrismo

Ya hace mucho que el cubano dejó de creer en los discursos y en la demagogia de Castro, sólo “marcha” por una botellita de aceite, “aplaude” por una pastilla de jabón y a las voces de pastores que gritan “Viva la Revolución” van como corderitos agitando unas banderas que cada vez sienten más ajena porque la identifican con el único gobierno que han padecido. Pero la Revolución cubana necesita renovarse y ya se permiten diferentes discursos. Las diferencias —evidentemente— están estudiadas en ese circulo cerrado de “científicos ideológicos” que actúan como los genetistas creadores de una clonación del propio discurso oficial y único, son diferencias asumibles, controladas y seguras.

Con el titulo “Nos anima una fe inagotable” el ¿disidente? Eloy Gutiérrez Menoyo, líder de la agrupación “Cambio cubano”, dirigió su discurso a lo que el Gobierno cubano se ha empeñado en llamar la “III Conferencia de la Nación y la Emigración”. Pero es de todos conocido que no estuvieron representados los verdaderos emigrados de la sociedad cubana: el pueblo cubano.

La necesidad de hacer una ofensiva mediática para intentar recuperar el romanticismo que en su día tuvo internacionalmente –y de forma equivocada- esa llamada “revolución cubana”, ha provocado que fuesen, los únicos que pueden alquilar hoteles en Cuba, los que pueden comprar medicinas— pasa-porte (o residencia extranjera) por delante— o los únicos que dejan entrar en “Tropicana”, los invitados a la Conferencia. Son estos privilegiados turistas los que según el castrismo tienen el nombre de emigrados.

Posiblemente la “guinda” de esa mezcla de “pavoneos” ¿patrióticos? que durante tres días desfiló por el Palacio de las Convenciones fue ese discurso del antiguo compañero de Castro. Un discurso que estuvo más bien encaminado a venderse como la única y genuina oposición que plantearse seriamente la realidad cubana. Durante las intervenciones se disfrazaron con “patriotismo” y “soberanía” el único y fundamental problema de la nación cubana, las constantes violaciones a los derechos humanos elementales, dando la sensación de ser lo que en definitiva los observadores suponían: el circo habitual del Payaso en Jefe.

Analizando parte del contenido de lo expuesto por el antiguo “guerrillero” anti-batistiano nos es grato constatar que algo de visión ocular aún le queda, pero que —lamentablemente— no compensa la ceguera en que tiene sumida a su dignidad. No es correcto que el Sr. Menoyo acuse a Oswaldo Payá u a otros bienintencionados opositores de ser anexionistas o estar al servicio de una potencia extranjera. El librepensador Fernando Lozano (Demófilo) decía “El que desconfía de todos es digno de que nadie se fíe de él.” Y la sensación que se tiene de este antiguo comandante es que es una especie de “disidente libre asociado” de Fidel Castro, y por tanto, el único anexionado.

Las razones que arguye el líder de “Cambio Cubano” para acusar a la disidencia —distinta a la de él— de “anexionistas” las expresa cuando dice: “quien les habla es un viejo revolucionario que cree en este país, que dice NO a la subvención económica de los opositores por potencias extranjeras”. Es decir, que repite las mismas acusaciones utilizadas por Castro para encarcelar a 75 opositores pacíficos, y cree quedar inmune y aún como “disidente” diciendo que existen “nuevos capítulos de largos desencuentros, demasiado largos, diría yo: Ahí hay 75 presos, en fin, otro capítulo lleno de tristeza... Otro capítulo por resolver.” Es decir, por un lado acusa a los disidentes de agentes al servicio extranjero —75 de ellos presos— haciendo nuevamente de Fiscal Castrista y más adelante llama a los 75 "otro capitulo lleno de tristeza", pero qué es Menoyo, Fiscal o Abogado, no puede ser ambas cosas si se quiere mantener con algo de inteligencia la farsa. ¿Puede haber tanta incongruencia e hipocresía?.

En estos mismos momentos la única “potencia” que subvenciona al único Partido permitido en Cuba es el exilio cubano, y Castro no protesta por ello —déspota será, pero tonto no es. No resulta inteligente acusar de anexionista a la oposición por recibir ayuda de partidos democráticos de occidente, mientras su propia organización recibe ayuda del Partido Socialista Sueco. Si extrapoláramos ese razonamiento a España, el PSOE también pudiese ser acusado de ser un partido anexionista al haber recibido ayuda de los socialistas alemanes durante la lucha contra Franco.

La línea de actuación de Menoyo queda clara cuando dice “Hemos dicho que no somos conspirativos... porque no lo somos. Hemos dicho que no somos desestabilizadores... porque no lo somos.” Menoyo quiere aceptación. Mendiga lo que debe ser un derecho. Algo muy diferente a lo que quieren los demás partidos y organizaciones disidentes, tanto del interior como del exterior. Por lo que “exige” la creación de un nuevo partido —el de él, por supuesto— que junto con el comunista podrían darle un toque “democrático” a la desprestigiada fachada que tiene la nación cubana, pero antes es imprescindible dejar afuera a los que él y Castro llaman “anexionistas”. Como decía el místico Tagore: “El perrito faldero sospecha que todo el Universo conspira para cogerle el sitio.” Unas actuaciones y un proceder de Eloy Gutiérrez oportunistas y egoístas. Pero se equivoca, la realidad no se cambia clonando la “Revolución” —o para ser mas exactos, re-golpe de estado— se hace una real y se tira la “máscara”. Y la revolución que necesita Cuba no tiene que basarse en el engaño y la violencia, solo basta la recuperación de una dignidad y unos derechos hasta ahora desconocidos por la mayor parte de la población cubana. No se puede confundir el regenerar una nación con clonar en aspectos - evidentemente superficiales- la misma sinrazón que se sufre por más de 45 años, un Clon siempre seguirá siendo un Clon. Y la injusticia no puede eternizarse.

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martes, mayo 25, 2004

El terrorismo camuflado

El etarra Lariz Iriondo abrazando a la terrorista camuflada BonafiniApoyándonos en la frase de Concepción Arenal “con la ignorancia armonizan bien los errores” se le podría dar –en parte– una justificación al presidente socialista del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces. Al parecer, el matemático presidente, no deja de enviar mensajes de complacencia a los terroristas y poco le importa estar al límite de infringir las leyes que sancionan las colaboraciones con banda armada. La concesión de 180.000€ (30.000.000 de las antiguas pesetas) a Hebe de Bonafini – defensora incondicional de ETA–, que es capaz de llamar a los terroristas “valientes del pueblo vasco contra un Estado criminal y asesino, el español” junto con la pleitesía a gobiernos patrocinadores del terrorismo como el de Cuba –precisamente por apoyar a bandas como ETA– causa estupor.

Es muy probable que parte de ese dinero vaya destinado a la campaña para impedir la extradición a España del etarra Jesús María Lariz Iriondo cuyo juicio está previsto para el próximo 8 de junio en la Argentina. Lariz Iriondo es un terrorista muy amigo de la Bonafini y que el gobierno de Kirchner aún se resiste entregar a la Justicia española, luego de haber sido expulsado por Uruguay. Hasta ahora todo indica que las buenas relaciones de la “gorda rica“ –como la cataloga el no-censurable Alfonso Ussía– con el presidente argentino, pueden dar sus frutos. Por el momento, Kirchner invita, desde la fábrica del terrorismo hemisférico, a Silvio Rodríguez, que ya se considera –según sus propias palabras– marxista-kirchnerista, para la celebración de su primer año de gobierno.

Pero si es verdad que el Sr. Areces apoya económicamente a defensores del terrorismo, no es menos grave su apoyo ideológico y económico a estados que lo patrocinan. Si al Sr. Areces no le basta emular a su contrario político, Manuel Fraga, en invitaciones a los que en su día expropiaron a miles de esforzados asturianos y gallegos en Cuba, al menos debería de tener la decencia de no justificar a sus verdugos. Cuando dijo que le “satisface ayudar a un país sometido a un bloqueo que le impide acceder a bienes y servicios fundamentales para mejorar la calidad de vida de su población” demuestra su desconocimiento de la realidad cubana. Y si realmente él opina que “ayuda” a los millones de cubanos, quisiéramos saber en qué. ¿Cuántos productos y servicios asturianos se darán a través del “Plan Jaba” cubano? “Plan Jaba” o “libreta de racionamiento” que garantiza sólo –al que se tenga que limitar a ella– una segura desnutrición.

Ejemplos de la ética del Sr. Álvarez Areces ya tenemos constancia. Esos abrazos y reuniones de 7 horas con el único mandatario que se negó a firmar en la X Cumbre Iberoamericana una declaración de condena a los actos terroristas de ETA le dan su valía como “demócrata”. En una entrevista concedida a Radio Martí, el director de Asturias Liberal, Joaquín Santiago Rubio, deja bien claro “cómo se disfraza lo que es miseria ética con la palabra colaboración”. Decir que se colabora con un país cuando lo que se hace es ayudar a sostener una dictadura no puede ser honrado.

Los cubanos no queremos “ayudas” de este tipo que solo servirán para mantener en el poder a una pandilla de delincuentes. Ellos si consumen el Jijona que su Gladiador en Jefe piensa que es de Asturias. Nosotros queremos la libertad que disfruta esta hermosa tierra de Asturias y seguro nunca la utilizaremos para impedirle el camino a la democracia a otros, ni para apoyar tan impunemente a los asesinos de su propia nación. Independientemente de todo, alguna lógica debe encerrar el pensamiento matemático del presidente Asturiano, por ahora la honradez no forma parte de sus "parámetros", quizás solo la ingenuidad o la ignorancia. Pero si la ingenuidad y la ignorancia son "constantes" o se es idiota o terrorista camuflado.

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viernes, mayo 14, 2004

Fidel Castro el Gladiador

Castro el GladiatorYa en la entrevista que le hiciera su amigo Oliver Stone, el dictador cubano hizo ver su pasión por la película “Gladiator” de Ridley Scott. Y como si de un circo romano se tratara, Castro dirigió este viernes 14 de mayo una nueva y teatral marcha. En el discurso inaugural –que pudo hacer sin desmayarse– se llamó a sí mismo gladiador y como tal le decía a Bush, según él, el César: “Los que van a morir te saludan” y lamentaba que “Bush estaría a miles de kilómetros cuando él estaría en la primera línea de combate”.

Esta inusual valentía de alguien que, desde su juventud, era capaz de disparar por la espalda a un candidato estudiantil como Leonel Gómez –por ser el favorito para ganar unas elecciones– es digna de estudio por la psiquiatría. Ese “arrojo” por querer enfrentarse a un enemigo poderoso no se corresponde con el miedo atroz que le tiene a la expresión libre de sus ciudadanos. Y aunque el nivel de cobardía siempre es proporcional a los abusos que se cometen, nuestro “Gladiador en Jefe” no parece estar consciente de su falta de valor, por lo que siempre queda expuesto a hacer el ridículo.

Lo que ha dicho en Madrid la embajadora cubana –repitiendo a sus jefes de la Habana– de que se quiere ahogar por hambre al pueblo cubano es cierto. Lo que no es cierto es que sean los EE UU. Las empresas americanas fueron expropiadas en Cuba, por tanto, no son las que le pagan los sueldos míseros al cubano. Los americanos no son los que ponen los precios elevadísimos a los productos básicos en Cuba, imposibles de pagar por un trabajador cubano, con el objetivo de que recurra a sus familiares en el exterior para que le ayude. Los cubanos exiliados sabemos muy bien que nosotros no ayudamos a nuestros familiares, nosotros pagamos un rescate continuo a un secuestrador que “garantiza” la supervivencia de sus rehenes y cada vez chantajea más, e incrementa indiscriminadamente los precios que van desde una simple llamada telefónica –solo permitida en un solo sentido, algo que prueba la incomunicación del rehén– a un simple medicamento.

Querer culpar a los americanos de la situación cubana actual es intentar disfrazar el fracaso social, político y económico de una forma tan absurda que –para desmentirlo– sólo hace falta remitirse a cuando existía el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), donde la economía era sostenida por los aliados comunistas a cambio del posicionamiento político e ideológico común, y del asesoramiento y envío de tropas militares cubanas a conflictos internacionales –ya sea para ocasionarlos o para ponerse del lado de una de las partes– a nombre de un llamado “Internacionalismo proletario”. En ese tiempo a Castro nunca le interesó comerciar con quien representa a los ciudadanos que expropió.

Pero ni en el tiempo en que Fidel recibía un jugoso pago por tener la libertad de todo un pueblo hipotecada mejoró sustancialmente el nivel de vida del cubano. Cuba, sin ser productora de petróleo, llegó a exportar parte del que le “regalaba” la URSS sacrificando el consumo –tanto directo como indirecto– de sus ciudadanos. Eso sí, el dinero para la verdadera injerencia en Latinoamérica y otras partes del mundo estaba garantizado.

El valeroso tirano –con su habitual cinismo– considera injerencistas unas medidas que no van avaladas con tropas. Las medidas no se escudan bajo el nombre de “Internacionalismo proletario” ni llevan sangre a un pueblo diferente. Se sostienen en el derecho internacional que deben tener los ciudadanos de estar informados, de que se respeten sus derechos y las violaciones de esos derechos sean conocidas y condenadas por los países que comparten los valores e ideales de libertad y democracia. Se sostienen por un concepto de solidaridad incapaz de comprender por un esquizofrénico payaso que se cree un gladiador pisando la arena, cuando lo que pisa es la tierra desértica en que ha convertido un gran país.

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lunes, mayo 10, 2004

De apátridas a residentes

Castro por dólares es capaz de todoEs increíble, en el caso de la tiranía cubana, la vigencia de la frase del novelista y escritor estadounidense Upton Sinclair “Con el dinero sucede lo mismo que con el papel higiénico: cuando se necesita, se necesita urgentemente”. El gobierno de Castro, en respuesta a algunas medidas sugeridas por el Informe de la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre, ya no llama vendepatrias, lumpens, gusanos, apátridas, traidores, etc., a los exiliados cubanos. Castro ha indultado de los anteriores improperios a los huidos de su dictadura dándoles un nuevo calificativo o status — el mismo que desde la creación de la Ley de Ajuste Cubano el gobierno norteamericano concede a las víctimas cubanas: el de “residentes”.

Desde que la antigua URSS dejó abandonada a su amante caribeña, debido a que su propia casa se hundía, Castro quedó “tocado” por una enfermedad venérea —o más bien ya venerable— denominada dolarfobia. El abandono que sufrió le ha sumido en profundas contradicciones en su política interna, de pasar a condenar la posesión de la moneda estadounidense a 20 años de prisión, a sacar a la venta productos básicos —leche, huevos, .... incluso medicinas— que solo pueden comprarse con el otrora detestable billete verde.

El maquiavelismo de la mente del que sojuzga por más de 45 años al pueblo cubano, hay que estudiarlo analizando las medidas que aparentemente solo escondían pura y gratuita maldad. Aún los cubanos no olvidan cuando -en el éxodo masivo de 1980- venían los familiares de la Florida en yates propios o alquilados a buscar a sus familiares al puerto del Mariel. El gobierno cubano de entonces — o sea, el mismo— no solo robó algunos buenos yates (los cambiaba por otros de bastante menor valía) a costa de dejar sacar a los familiares que iban a buscar, sino que en la mayoría de los casos no dejó salir a todo el núcleo familiar. Se conocen muchos casos en que salía el padre con un hijo y la madre se quedaba con otro en Cuba, y algunas que otras combinaciones de separación que nos podrían recordar los campos de concentración nazi. Castro no solo llegó a hacer las aberraciones anteriores, también abrió las cárceles y llenó los barcos de delincuentes comunes, como condición necesaria si querían llevarse a algún ser querido. Eso aparte de “colar” entre la extensa oleada a muchos de sus agentes.

Los acuerdos posteriores de EE.UU y el dictador cubano, en materia de inmigración, podrían catalogarse como una estupidez en materia de seguridad para los EE.UU. La concesión de visas —20.000 anuales— mediante sorteo a cualquier cubano que se presentase, le abrió una puerta a la entrada de terroristas y desestabilizadores, sin contar con las venta ilegal de visas que salpica de corrupción a parte de los funcionarios de la Oficina de Intereses Americana en la Habana.

El problema que se presenta ahora es que, para enmendar los errores anteriores, el Informe es posible que cometa uno nuevo afectando a justos y pecadores cuando limita las remesas y los viajes de la familia de los rehenes cubanos. El régimen dictatorial de Cuba lo intentará sobredimensionar para intentar hacer ver la paja en el ojo ajeno.

Conozco personalmente el caso de una mujer cubana residente en Miami que visita anualmente a su hija en la Habana. Lo hace solo porque aún no ha podido sacar por los medios legales a su hija, se presenta todos los años para el “bombo” y no ha tenido la “suerte” que otros —incluidos esbirros de la dictadura— han tenido. ¿Cómo verá ella, mujer buena como pocas, y amante de su familia, si tiene que esperar 3 años ahora?. Ella seguramente no estará de acuerdo con ese informe y sólo porque no lo está con uno de sus puntos, que le afecta. Resulta humano comprenderla.

Pero, si Castro nos ha redimido de ser apátridas para hacernos “residentes en el exterior fácilmente expoliables”, es evidente que la recomendación del Informe no es del todo desajustada, siempre que la Comisión considere soluciones alternativas para casos similares al anterior. Y si Castro, cuando ya no le lluevan dólares, vuelve a llamar al exilio una “mafia de apátridas” recordarle con palabras del filosofo granadino Ángel Ganivet: «Una nación que cría hijos que huyen de ella por no transigir con la injusticia es más grande por los que se van que por los que se quedan».

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sábado, mayo 08, 2004

El Informe de la Esperanza

Bush presentando la iniciativa para ayudar a una Cuba LibreLa Comisión de Ayuda a una Cuba Libre (Commission for Assistance to a Free Cuba), creada a principios del 2003 e inaugurada el 5 de diciembre del mismo año por el presidente Bush ha presentado su informe. La idea y objetivo principal de la iniciativa es la de acelerar la transición de Cuba hacia la democracia y la economía de libre mercado. El extensísimo informe de 458 paginas queda bien resumido en los primeros 42 folios. Al final de cada uno de los 6 Capítulos se reflejan las recomendaciones de la Comisión de las que Bush deberá elegir las que considera apropiadas.

La hoja informativa presentada el 6 de mayo pasado -por la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos- deja claros los objetivos principales de la política norteamericana con respecto a Cuba.

-- Acabar con la dictadura cruel y brutal;-- Ayudar al pueblo cubano en la transición a la democracia representativa; y-- Ayudar al pueblo cubano a establecer una economía de libre mercado.

Objetivos y deseos compartidos por los demás países y gobiernos democráticos.

La Comisión para cumplir estos objetivos fue encargada de buscar:

-- Modalidades nuevas para ayudar al pueblo cubano para acabar la dictadura; y

-- Elementos de un plan de ayuda dinámico, eficaz y decisivo para Cuba después de la dictadura.

Muchas democracias del hemisferio y del mundo harán caso al “pataleo” del viejo dictador y se unirán a las acusaciones de injerencia de EE.UU. en los asuntos internos de Cuba. Precisamente unos de las medidas que conlleva este informe -sugerida por el propio Presidente- es la de « proporcionar 5 millones de dólares para las iniciativas de diplomacia pública para difundir información en el extranjero sobre la política exterior de Estados Unidos, incluyendo los antecedentes de Castro con las violaciones de los derechos humanos, su acogida a terroristas, espionaje contra otros países y fomento para el derrocamiento de gobiernos elegidos democráticamente en América Latina, y otras acciones que suponen una amenaza a los intereses nacionales de Estados Unidos.» por lo que deberá quedar acotado a las democracias hipócritas o coaccionadas el hacerse eco de la “indignación” castrista.

Este informe evidentemente no debe ser tomado ni por el exilio cubano ni por la disidencia interna como una sustitución a los proyectos e iniciativas propiamente nacionales sino como un complemento necesario para un apoyo internacional a la causa cubana. Y lo deja bien claro el resumen brindado por la Secretaría de Estado cuando puntualiza:

-- La Comisión ha trabajado y lo seguirá haciendo con las partes interesadas para desarrollar recomendaciones para ayudar al pueblo cubano a recuperar las décadas perdidas durante los años de Castro.

-- Estas recomendaciones no son una receta para el futuro de Cuba, sino una indicación de la clase de ayuda que la comunidad internacional debería estar preparada para ofrecerle a una Cuba libre.

-- Estas recomendaciones servirán de base de un proceso de participación con otros países y organizaciones internacionales para asegurar que también estén preparados para ayudar a una Cuba libre.

En una democracia un gobierno intenta satisfacer a sus electores; pero, acusar simplonamente de electoralista esta nueva iniciativa sería menoscabar el esfuerzo de muchos cubanos del exilio. Sería quitarle fuerza a los que representan y sienten desde el congreso norteamericano –sean demócratas o republicanos- el deseo de libertad y democracia de los cubanos. Esta iniciativa debería ser consensuada y apoyada tanto por demócratas como por republicanos.

Un informe que defiende derechos elementales, violados por una dictadura, nunca puede ser considerado injerencista. La nacionalidad diferente de un amigo que nos presta ayuda, cuando más la necesitamos, no debe ser tomada en cuenta a no ser para llevarnos al convencimiento de que los derechos humanos carecen de fronteras.

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