El Israel de Asia
Todo parece indicar que las máximas autoridades españolas se han negado a recibir al Dalai Lama, Tensing Gyatso, para no incomodar a China. Esta llamada “República Popular” es uno de los estados menos respetuosos en materia de derechos humanos, pero a su vez una nación de un potencial económico tal, que canjea el tener buenas relaciones comerciales con el silencio y la no-critica a su régimen despótico. Su invasión en 1949 al Tibet no debe ser cuestionada si se quiere comer del pastel chino.
La portavoz de la Embajada de China en Madrid agradeció el plante gubernamental con estas palabras: «El Gobierno español siempre defiende la posición de una sola China». Por eso, si la Casa Real y el Ejecutivo «toman la decisión de no recibirle es una posición correcta y apreciada por el Gobierno chino». Estas palabras, y un avance en las buenas relaciones económicas con China, le restan importancia a otras posibles causas a esta “indiferencia”, como la oposición de éste Nóbel de la Paz a los espectáculos taurinos.
A otro Nóbel de la Paz, Arafat, no dudarían en recibirle con honores de Jefe de Estado. Y aunque ambos tienen un mismo premio, existen diferencias. Una: que Iaser Arafat es un egipcio de nacimiento que se hace pasar por palestino y Tensing Gyatso un tibetano que se niega a perder su identidad. Otra, y que contradice el espíritu del Nóbel, es que el líder “palestino” fue terrorista activo antes de reconvertirse en terrorista pasivo, sin embargo el líder tibetano respeta a todo ser viviente.
Pero la diferencia principal está en el tratamiento que dan la mayoría de los gobiernos europeos a ambos conflictos. A Israel no dudan en criticarle las razones de seguridad que esgrime para mantener los asentamientos; pero los asentamientos chinos en el Tibet, para desplazar a los autóctonos y exterminar todo vestigio de su cultura ancestral, no parece requerir atención.
¿Podrán, los sobrevivientes tibetanos del genocidio chino, algún día recuperar su “Israel”?. Es posible, pero que puedan mantener un estado futuro, con su filosofía de vida, parece imposible. Israel aún existe porque le ha plantado cara al terrorismo. Terrorismo apadrinado desde los mismos gobiernos árabes, interesados en la eliminación de un estado democrático que resulta un ejemplo en la región.
Si la posición de una democracia como la española, con respecto a un conflicto, va a estar supeditada a intereses económicos de unas cuantas multinacionales, se estará convirtiendo una democracia en una “hipocritacia”. Sería recomendable que el gobierno español analice la hipoteca de los principios para satisfacer el comercio con China recordando el proverbio: “Es preferible ser dueño de un duro que esclavo de dos”.
La portavoz de la Embajada de China en Madrid agradeció el plante gubernamental con estas palabras: «El Gobierno español siempre defiende la posición de una sola China». Por eso, si la Casa Real y el Ejecutivo «toman la decisión de no recibirle es una posición correcta y apreciada por el Gobierno chino». Estas palabras, y un avance en las buenas relaciones económicas con China, le restan importancia a otras posibles causas a esta “indiferencia”, como la oposición de éste Nóbel de la Paz a los espectáculos taurinos.
A otro Nóbel de la Paz, Arafat, no dudarían en recibirle con honores de Jefe de Estado. Y aunque ambos tienen un mismo premio, existen diferencias. Una: que Iaser Arafat es un egipcio de nacimiento que se hace pasar por palestino y Tensing Gyatso un tibetano que se niega a perder su identidad. Otra, y que contradice el espíritu del Nóbel, es que el líder “palestino” fue terrorista activo antes de reconvertirse en terrorista pasivo, sin embargo el líder tibetano respeta a todo ser viviente.
Pero la diferencia principal está en el tratamiento que dan la mayoría de los gobiernos europeos a ambos conflictos. A Israel no dudan en criticarle las razones de seguridad que esgrime para mantener los asentamientos; pero los asentamientos chinos en el Tibet, para desplazar a los autóctonos y exterminar todo vestigio de su cultura ancestral, no parece requerir atención.
¿Podrán, los sobrevivientes tibetanos del genocidio chino, algún día recuperar su “Israel”?. Es posible, pero que puedan mantener un estado futuro, con su filosofía de vida, parece imposible. Israel aún existe porque le ha plantado cara al terrorismo. Terrorismo apadrinado desde los mismos gobiernos árabes, interesados en la eliminación de un estado democrático que resulta un ejemplo en la región.
Si la posición de una democracia como la española, con respecto a un conflicto, va a estar supeditada a intereses económicos de unas cuantas multinacionales, se estará convirtiendo una democracia en una “hipocritacia”. Sería recomendable que el gobierno español analice la hipoteca de los principios para satisfacer el comercio con China recordando el proverbio: “Es preferible ser dueño de un duro que esclavo de dos”.
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